Influencia en el grupo
Matanza en las cárceles del Litoral
La cárcel del Litoral en Guayaquil se ha convertido en el lugar de uno de los conflictos penitenciarios más violentos en América Latina. Desde 2021, esta prisión, la más grande del país, ha visto más de 500 muertes, resultado de las repetidas masacres que se han dado debido a la lucha entre los traficantes de drogas que trabajan desde las cárceles. Entre estos tenemos grupos como los Choneros, Lobos, Tiguerones principalmente, los cuales han generado conflictos sobre la gestión del comercio de drogas, la extorsión y las ventas exclusivas de alimentos dentro de la prisión.
En septiembre de 2021, ocurrió una terrible masacre donde 119 prisioneros murieron en un día, y muchos fueron asesinados, incinerados o cortados. El asesinato, visto como el más violento en la historia del sistema de cárceles de Ecuador, mostró la falta de control que ha tenido el gobierno sobre las cárceles. Siendo uno de los conflictos que ha perdurado hasta el día de hoy. Otro evento similar ocurrió en noviembre de 2023, donde otra ejecución resultó en 17 prisioneros muertos, con varios de ellos decapitados y desmembrados, en lo que se consideró un equilibrio de poder entre las bandas enemigas.
Incluso con las fuerzas armadas involucradas y las declaraciones públicas de "castigo estricto", las agresiones en las cárceles siguen aumentando. Los grupos, en lugar de desaparecer, se han dividido en facciones más pequeñas pero igualmente agresivas, lo que hace más complicado su dominio. Además, estos grupos se han encontrado dentro de las fuerzas de seguridad, con informes de guardias deshonestos que ayudan a contrabandear armas y drogas por dinero.
Las cárceles en el Ecuador se han mantenido como centros de delitos, donde los prisioneros viven bajo el control de los narcotraficantes y donde las masacres se han vuelto casi repetitivas sin cambiar el sistema de la prisión y sin luchar contra la corrupción que ha dejado que el crimen organizado tome el control, por lo que la prisión costera podría seguir aumentando las muertes en el futuro.
Entre las características que nos ayudan a explicar cómo se da la influencia en el grupo se encuentra aquella que busca explicar cómo un individuo es capaz de guiar a un grupo de personas con el fin de alcanzar un objetivo, a esta característica que poseen ciertas personas la llamamos liderazgo. En el contexto de las masacres carcelarias en Ecuador, se refleja la decisión de quienes han tomado el liderazgo de cada una de las bandas narcotraficantes. Grupos como Los Choneros o Los Lobos operan bajo estructuras jerárquicas rígidas, donde los cabecillas imponen su autoridad mediante violencia extrema. Este liderazgo no solo mantiene el control interno, sino que también influye en la conducta grupal: los demás miembros, en busca de protección o estatus, continúan realizando actos brutales para demostrar lealtad. Esta lealtad absoluta a sus líderes explica la razón por la cuál los reclusos participan en estas masacres, sin importarles su vida ni la de los demás presos.
Dentro de la influencia grupal, nos topamos con la desindividuación, aquel proceso por el cuál el individuo va perdiendo o dejando de lado su identidad propia y se adapta a la del grupo al cuál pertenece. Podemos observar este proceso de desindividuación en la mayoría de los grupos criminales y en los reclusorios, es evidente cómo los sujetos que forman parte de estas organizaciones maliciosas pierden su sentido de responsabilidad individual. Esto lo podemos ver manifestado en el tipo de crímenes que cometen estos grupos, tanto dentro de la cárcel como por fuera, donde los agresores actúan con total impunidad gracias a la protección que le brinda su grupo. Toda esta cadena de hechos vandálicos hace que quienes forman parte de él se sientan en un entorno donde cualquier comportamiento vale, perdiendo su identidad e incorporándose a la identidad del grupo donde llegan a deshumanizarse a sí mismos y a las victimas de sus crímenes, siendo de esta forma como la violencia se normaliza para ellos hasta convertirse en un ritual de pertenencia.
En cuanto al pensamiento grupal, lo podríamos tomar como aquel fenómeno que se encarga de que todos las personas que conforman el grupo lleguen a un consenso y lograr mantener la cohesión entre ellos. Las bandas desarrollan un pensamiento grupal que justifica la violencia como única forma de supervivencia y cómo medio para conseguir lo que desean; el poder. Cualquier acto que parezca mostrar desacuerdo o que muestre debilidad puede ser interpretada como traición por parte de los demás miembros del grupo, lo que lleva a decisiones extremas como las matanzas. Este fenómeno se ve agravado por el aislamiento carcelario y la desconfianza hacia autoridades externas. La narrativa grupal distorsiona la percepción de riesgo: aunque las represalias estatales o rivales sean inevitables, las consignas como "matar o morir" rigen el pensamiento del grupo. Donde la presión por la cohesión grupal suprime el razonamiento crítico individual.
Por último al mencionar a la memoria histórica y colectiva que poseen estos grupos, tenemos que se caracterizan por ciclos de venganza. Esto lo podemos ver reflejado a través del tiempo, en el hecho ocurrido en los reclusorios, en su mayoría donde la violencia en las cárceles ecuatorianas se alimenta de una memoria colectiva que está constante busqueda de poder y status dentro de ese mundo marcado por masacres pasadas. Cada nuevo enfrentamientotiene la capacidad de reactivar traumas anteriores (como la matanza de 2021 con 119 muertos), perpetuando ciclos de venganza. Las bandas usan estos eventos como herramientas de reclutamiento: los nuevos miembros asimilan discursos como "ellos mataron a los nuestros, ahora nos toca". Esta memoria, transmitida oralmente entre reclusos, refuerza identidades grupales antagónicas y dificulta cualquier intento de pacificación. Dentro los grupos criminales el Estado ha cobrado un papel pasivo ya que al no intervenir efectivamente, se convierte también en cómplice de esta narrativa de guerra perpetua. Es así que la combinación de liderazgos criminales, la desindividuación, el pensamiento grupal y memoria histórica traumática crea un escenario donde la violencia carcelaria se autoreproduce sin ninguna clase de arrepentimiento.
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