viernes, 18 de abril de 2025

La psicología como engaño

La psicología como engaño o como posibilidad

El libro La psicología como engaño cuestiona fuertemente a la psicología, específicamente en Colombia, por haber ignorado durante años la violencia política que ha afectado al país. Desde su llegada en 1947, la psicología simplemente se enfocó en modelos extranjeros y se desconectó de la realidad social colombiana, dejando de lado problemas como la corrupción, la desigualdad y la injusticia. El autor considera que esta indiferencia no fue casual, sino que ya se sabía lo que estaba pasando, pero se decidió no actuar. Barrero señala que esta postura hizo que la psicología funcionará como una herramienta de adaptación a un sistema injusto, en lugar de ser una fuerza crítica que ayudara a transformarlo. Habla de una “psicología colonizada” que, en vez de cuestionar, prefirió mantenerse cómoda dentro de los límites impuestos por teorías ajenas al contexto de la región. Esta actitud ha generado una desconexión entre la disciplina y los problemas reales del país.

Ante esta desconexión histórica, el autor propone una lucha interna dentro de la psicología para romper con las limitaciones impuestas por los modelos extranjeros y las estructuras establecidas. Esta “guerrilla interior” invita a cuestionar los dogmas que han guiado la práctica psicológica y a comprometerse con los verdaderos problemas sociales del país. Para lograrlo, es fundamental recuperar la memoria histórica y atreverse a imaginar una psicología distinta: una psicología crítica, ética y profundamente conectada con la realidad latinoamericana.

Se explora cómo la psicología en  América Latina ha estado marcada por una crisis de legitimidad, ya que ha permanecido desconectada de las problemáticas sociales más urgentes, como la violencia política, la corrupción y la desigualdad. Desde su llegada en 1947, la disciplina adoptó una postura sumisa, subordinada a modelos y teorías extranjeras, especialmente del norte global. Aunque existen algunas excepciones, la psicología ha sido, en su mayoría, una disciplina que se ha limitado a teorizar sin implicarse realmente en las luchas sociales del país. Esta actitud ha contribuido a la negación de los graves problemas que afectan a la sociedad colombiana, como la violencia política, que ha sido ritualizada, banalizada y naturalizada a lo largo del tiempo.

Una de las principales críticas que hace el autor es la contradicción interna de la psicología latinoamericana, que muchas veces predica el cambio y la transformación, pero en la práctica no actúa en consecuencia. La psicología, al negarse a implicarse activamente con los problemas sociales, termina validando lo que dice rechazar. El autor también menciona la importancia de ser coherentes entre lo que pensamos y lo que hacemos, siguiendo la idea de Estanislao Zuleta de que las transformaciones deben verse reflejadas en la vida cotidiana, y no quedarse solo en el discurso.

La psicología en Colombia ha transitado durante décadas sin hacerse cargo de las problemáticas más urgentes y profundas del país. A pesar de su institucionalización desde 1947, su desarrollo ha transcurrido paralelo pero ajeno a momentos críticos de la historia nacional, como el auge de la violencia política, los conflictos armados, el narcotráfico y la corrupción. Mientras disciplinas como la sociología, la historia o la literatura sí abordaron estos fenómenos, la psicología pareció no darse por enterada, manteniéndose en una especie de burbuja académica que privilegiaba teorías extranjeras y realidades ajenas. Esta desconexión no fue inocente ni casual: respondió a una lógica academicista que prioriza la adopción de modelos del norte global, dejando de lado el análisis del “país real”. Como ejemplo claro, se expone el caso de la obra de Rubén Ardila, que a pesar de su valor en términos de sistematización histórica, omite de manera llamativa muchos de los elementos que han moldeado la subjetividad colombiana. Esa omisión no solo distorsiona el relato histórico de la disciplina, sino que la aleja del análisis de los sistemas simbólicos, los valores, creencias e imaginarios que configuran la vida cotidiana en el país.

Esta negación sistemática también se refleja en la investigación psicológica actual. Un análisis de los grupos acreditados por Colciencias muestra que la mayoría ignora completamente los grandes problemas estructurales del país en sus objetivos y líneas de investigación. La lógica que prima en el sistema académico es la de la productividad medida en términos de publicaciones y visibilidad internacional, lo cual empuja a los investigadores a elegir temas “rentables” y a ignorar aquellos que, aunque urgentes, no son considerados “productivos” por los estándares del mercado académico. Esta tendencia termina por reforzar un modelo de psicología funcional al sistema, desprovisto de crítica y alejado de la ética transformadora. Al final, el autor denuncia que esta “mala fe”, en el sentido sartreano, no solo alimenta el engaño de una disciplina desconectada, sino que perpetúa su incapacidad para responder a los verdaderos desafíos de la sociedad colombiana.

Inspirado en la idea de Borges, se plantea que no basta con autodenominarse latinoamericano: se es en la medida en que se siente y se vive esa identidad. Sin embargo, muchos psicólogos que adoptan este discurso siguen despreciando el pensamiento propio de América Latina, prefiriendo las teorías producidas en Europa o Estados Unidos. Esta actitud revela una profunda dependencia intelectual y una especie de complejo de inferioridad que sigue limitando la construcción de un saber realmente enraizado en la región.

Más allá de la crítica a modelos externos, se pretende enfocar una mirada hacia adentro, reconociendo que incluso quienes se asumen como parte de una psicología crítica y comprometida caen muchas veces en incoherencias entre sus discursos y sus prácticas. Lo importante, entonces, no es lo que se proclama, sino lo que se hace en la vida cotidiana. Las acciones, más que las palabras, son las que terminan revelando el verdadero compromiso con una psicología transformadora. En ese sentido, se plantea la idea de que a la historia habrá que rendirle cuentas, no tanto por lo que se escribió o se enseñó, sino por la manera en que se vivió y se encarnó el pensamiento latinoamericanista.

Por eso, cobra una enorme relevancia repensar cómo se forman los futuros psicólogos y psicólogas en la región, qué saberes se priorizan, desde qué marcos se enseña, y sobre todo, con qué compromiso ético y político se orienta esa enseñanza. La formación no es neutra, y el autor insiste en que allí se encuentra una posibilidad concreta de construir una psicología más crítica, más humana y más conectada con los dolores, luchas y esperanzas de los pueblos latinoamericanos, se propone una formación que promueva la reflexión, el pensamiento propio, la sensibilidad social y el compromiso con los territorios. Se trata de pasar de una psicología que forma para el mercado a una psicología que forme para la vida, para la transformación social, y para la construcción de nuevas realidades más justas.

En este sentido, se reafirma la urgencia de repensar los procesos formativos como una oportunidad para sembrar las semillas de otra psicología posible. Si la formación cambia, la psicología también puede cambiar. Es allí donde está el potencial de transformación más profundo: en las aulas, en los diálogos entre docentes y estudiantes, en las prácticas que se permiten o se silencian, en los currículos que se diseñan y en las preguntas que se animan a formular. Porque no se trata solo de aprender psicología, sino de aprender a vivir y ejercerla de manera coherente con los contextos, las historias y las necesidades de América Latina.

En definitiva, se plantea una crítica profunda y necesaria a la psicología ejercida en América Latina, particularmente en Colombia, evidenciando su histórica desconexión con las problemáticas sociales más urgentes como la violencia política, la desigualdad y la corrupción. Lejos de ser una omisión ingenua, esta desconexión responde a una lógica de subordinación a modelos teóricos extranjeros que han limitado la capacidad transformadora de la disciplina.

Así pues, se propone una ruptura con esa psicología “colonizada” y llama a una transformación desde adentro, una “guerrilla interior” que cuestione los dogmas heredados, revise las prácticas cotidianas y promueva una psicología crítica, ética y comprometida con la realidad latinoamericana.

En este marco, la formación de psicólogas y psicólogos aparece como un espacio clave para ese cambio. Por tanto, repensar la forma en que se enseña y se aprende psicología en la región es fundamental para construir una disciplina coherente, situada y verdaderamente comprometida con los pueblos latinoamericanos. Solo así, a través de una praxis auténtica, será posible pasar del discurso a la acción y responder, con dignidad y responsabilidad, a los desafíos que nos impone nuestra historia.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Relación entre la psicología y la comunicación

  Relación entre la psicología y la comunicación LINK DEL SUSTENTO TEÓRICO https://docs.google.com/document/d/1wUbuV5XwUxr8lr_s-GLJyYDMrjURt...